julio 14, 2009

Biblioteca cósmica

Nunca había reparado yo, en los acentos y desacentos de la llamada prosa del disparate, viéndome inconcientemente prejuiciado, dentro de mi rígida concepción de lo que debería ser la correcta estructura del texto literario, la cual procede de un homeostático quehacer introspectivo y elucubrativo; lejos de aquel desvarío pasional, que sugieren los afectivos aficionados o simples personajes que hablan de más (inclúyome en esta categoría según mi estado de ánimo).


Acababa yo de estudiar “El desprecio del más allá” de Horacio Elías Tórner, obra que sin más ni más, contrapone, la incapacidad de parte del lector corriente, de tolerar un obra literaria cualquiera, dentro del marco interpretativo meramente subjetivo, a la capacidad del lector (que en este caso se llama, tímidamente, creativo o elemental) de crear una obra imaginaria a partir de la obra física, la cual lejos de atribuirse a una mera interpretación, significa una tan distinta acepción de los significantes empleados por el autor original, que crea una interpretación casi insondable y absurda.


Adaptada al carácter psicológico del lector, esta interpretación da lugar a una creación literaria, dentro de los límites o ilímites de lo meramente cósmico. Estas nuevas creaciones – dice Tórner- irán a formar parte de una biblioteca insubstancial a la que tendrán acceso, solamente, aquellos igualmente aficionados y devotos colaboradores, que con sus percepciones, enriquecen este singular archivo, mediante el portal que se crea a partir de la relación entre el texto y sus insondables conexiones mentales.


Algunas de las obras, debidamente clasificadas, superan a las obras físicas, aunque su valor no puede ser medido.

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